2012. Hugo P. Castello, MACN: en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".
Los salarios de los empleados del Museo Público y posteriormente Museo Nacional fueron siempre bajos e incluso hasta nuestros días. Eso forzó durante el siglo XX a numerosos empleados del Museo a procurar segundos y terceros trabajos, para lo cual no cumplían con sus obligaciones horarias o realizaban tareas rentadas en los talleres del museo.
Esta costumbre se dio durante décadas, y en especial en los talleres de taxidermia del museo, lo que le permitía a los taxidermistas preparar cabezas de trofeos de caza para cazadores profesionales que deseaban exhibir sus trofeos en sus hogares o sus oficinas
Los bajos salarios que percibían los empleados subalternos a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, los movían a ganarse la vida dentro de la propia institución, vendiendo las piezas que preparaban durante sus horarios de trabajo al propio museo en el que trabajaban. (Casinos, 2009). Tanto Burmeister como Berg y posteriormente Ameghino disponían o solicitaban partidas presupuestarias extras para la adquisición de colecciones de piezas de gran valor científico. Las autoridades del Museo, quizás para tenerlos contentos a sus mal pagos empleados adoptaron el criterio de comprarles esas piezas y de ese modo mejorarles parcialmente sus ingresos mensuales, lo cual no deja de ser una medida inadecuada y poco transparente, pero que a su vez refleja el abandono presupuestario del museo desde sus inicios.
En 1930 y en 1946 se produjeron dos reclamos muy fuertes de los empleados del Museo que tenían como eje central el tema de los salarios, las categorías salariales y los pagos “extras” que efectuaba la dirección del Museo, aparentemente en forma arbitraria.
El caso de Antonio Pozzi y el de su hijo Santiago es uno de ellos y quizás el primero, que se habría de repetir a lo largo de las décadas en el Museo Público, y posteriormente cuando éste se convierte en Museo Nacional.
Si bien a solicitud de Burmeister el Ministro Avellaneda había incrementado no bien llegaron al país el salario de ambos Pozzi a 1200 y 800 p.m.c. respectivamente (AHMACN No. 148)( (15/12/1866), Antonio Pozzi se atrevió a quejarse en una carta (1868) de dos carillas de extensión a Burmeister acerca de los bajos salarios que percibían él y su hijo Santiago en el Museo, y del alto costo de vida en la ciudad de Buenos Aires, y en ella expone los motivos por los que está obligado a solicitarle un aumento de salarios (ver Carta de Antonio Pozzi a Burmeister) (1).
A pesar de ambas cartas de los Pozzi, lamentablemente Burmeister dando una serie de explicaciones decide solicitarle al Ministro Nicolás Avellaneda (27/10/1868) que los despida de sus puestos, dos años después de que ambos ingresaran al Museo (AHMACN No. 207).
En una segunda extensa misiva de Antonio y Santiago Pozzi a Burmeister éstos, sin saber que Burmeister ya había pedido la dimisión de ambos “se comprometen a trabajar con empeño en sus empleos y le ofrecen venderle al museo objetos de historia natural, sean fósiles o actuales, que caen en nuestro poder para la compra antes que sean ofrecidos a otra persona. Ofrecen al Señor Director la cola de un armadillo fósil “en nuestro poder” por el precio de mil pesos m/c.”, y en el caso del cazador, éste asume por escrito una serie de compromisos laborales (28/10/1868) (2).
La primera exposición privada de un fósil en Buenos Aires
Burmeister narra con lujo de detalle al Ministro, como Antonio Pozzi, antes que él lo despidiera en octubre de 1868, había logrado reunir los restos fósiles de un Megaterio y trabajando en su casa, a la que Burmeister concurrió en mas de una oportunidad, y Antonio juntando los huesos fósiles reales junto con otros que modelaba en yeso, decidió montar un esqueleto completo de megaterio, y se lo ofreció en venta a Burmeister quien lo rechazó. por considerarlo caro y mal armado.
Ante esa circunstancia Antonio Pozzi se lo ofreció mas tarde a los propietarios del Salón de los SS. Fusoni *, quienes lo exhibieron al público en Junio de 1869, logrando atraer la atención de la gente y de la prensa. A tal punto que el Ministro Malabar le envía una nota a Burmeister preguntándole si no seria conveniente comprar ese ejemplar, desconociendo que ya el sabio alemán había descartado esa posibilidad por considerarlo inadecuado (21/6/1869) (AHMACN No. 234).
Burmeister en una nota de respuesta al Ministro Superior de Gobierno acusa a Antonio Pozzi de haber montado una empresa en su casa y querer venderle a precio excesivo el megaterio. Lo que no dice Burmeister es qué actitud hubiera tomado él si el precio del esqueleto fósil hubiese sido más conveniente. (22/6/1869) (AHMACN No 235).
Sin dudas este hecho se convierte en el detonante que impulsa a Burmeister a dimitir a ambos Pozzi, sin poder evitar que ambos se quejen al ministro y la queja tome estado público.
Hasta donde se sabe, lo del local de Fussoni consistió en la primera exposición de un cuadrúpedo antediluviano fuera de la órbita pública. Al respecto, La República manifestaba:
"Es digno de verse el esqueleto de ese animal que está en exhibición en lo de Fussoni. Es el más completo que de su clase existe en el mundo, y está admirablemente armado. Creemos que el gobierno debe comprarlo para el Museo, para completar la valiosa colección de fósiles que hoy tiene ese establecimiento. El Megatherium, a que nos referimos, es notabilísimo, tanto por su tamaño gigantesco cuanto por la perfección con que está armado, y sería una lástima que perdiésemos un objeto tan precioso, pues su dueño, si el gobierno no lo compra, lo llevará a Europa, donde será apreciado justamente".
El despido de Antonio y Santiago Pozzi.
Burmeister se caracterizó a lo largo de sus tres décadas como Director del Museo de solicitar a los distintos ministros de Gobierno de la provincia que se sucedieron en el puesto, el despido de todos los preparadores y de numerosos porteros, que según él no trabajaban de acuerdo con lo estipulado por el Reglamento Administrativo del Museo o porque sus desempeños no eran adecuados. Hasta se dio el lujo de despedir al Dr. Carlos Berg, que se desempeñaba como “Inspector” del Museo por haber aceptado un puesto de profesor en el Colegio Nacional, sin haberle solicitado permiso con anterioridad.
Los cargos levantados por Burmeister ante el Ministro Avellaneda contra Antonio Pozzi parecieran "a priore" ser correctas, no así las acusaciones contra el joven Santiago.
Sin embargo si se tiene en cuenta que existía en aquella época un oculto rechazo por parte de cierto sector de la comunidad científica y formal hacia los autodidactas y “aficionados” -que todavía se hace sentir hoy en determinadas ocasiones, se podría comprender la forma en que Burmeister juzgó a Antonio Pozzi y a su hijo.
Durante el período en que Ameghino empezó a ser conocido en el país, se encarnó también una rivalidad entre el Dr. Carlos Burmeister y Florentino Ameghino, a tal punto que el sabio alemán lo llamaba despectivamente “un humilde maestro de escuela”. (Chiarelli, 2006).
Creo, en este caso, que más allá de las necesidades personales (de las que Antonio tan clara y respetuosamente hace mención en su carta) las pasiones eran encendidas de un lado y del otro (ejemplo de ello es una carta de Carlos Ameghino dirigida a Florentino con fecha 2 de marzo de 1892, donde con bastante enojo describe el comportamiento de Burmeister).
En la época en que se produjo el incidente con los Pozzi, ya las ventas de fósiles pampeanos a los museos eran moneda corriente. Numerosos extranjeros extraían fósiles de los terrenos de la pampa e intentaban venderlos a los museos de Londres, Paris, Madrid y Milán.
Es más, Burmeister parece haber rechazado la compra del Megaterio armado por Antonio por una cuestión de costo y calidad del armado del esqueleto, y no por considerar improcedente que quisiera vender la pieza para el museo. Uno puede pensar que si Antonio hubiera propuesto venderlo a un precio más razonable para Burmeister, tal vez Antonio hubiera conservado el empleo.
A su vez Ameghino vendió su primera colección de fósiles argentinos estando en París y Burmeister actuó de intermediario, en 1868, a pedido de la viuda de A. Bravard, para que el gobierno comprara su colección de fósiles, la cual luego fue adquirida e incorporada al Museo.
Sin dudas todos estos factores intervinieron también en la relación de Antonio con el Dr. Burmeister, y tuvieron un final que marcó definitivamente la vida de ambos, pero a su vez contribuyó a que Santiago al poco tiempo se acercara a Florentino Ameghino e iniciara una prestigiosa carrera como "Preparador” en el Museo de Cs. Naturales de La Plata y con posterioridad retornara en 1903 al Museo de donde había sido expulsado.
Los contactos entre Antonio Pozzi y Florentino Ameghino
Casinos (2012) menciona el contenido de una carta en la que Antonio Pozzi le envía una nota al joven Florentino Ameghino, constituyéndose así en uno de los primeros corresponsales del ilustre paleontólogo donde el primero, en 1/5/1872, le informa haber recibido los cajones que Ameghino le envió, y además le solicita que le envíe los trocitos faltantes de un fósil de Luján que llegó en mal estado a su poder, y se ofrece a viajar personalmente hasta Mercedes o Lujan para enseñarle los procedimientos para recoger esqueletos fósiles. (Correspondencia de F. Ameghino no. 623, AHMACN).
Según Farro (2009) en esa época, Antonio Pozzi se relaciona con Ameghino, enseñándole las técnicas para la correcta extracción de restos fósiles sin que se dañaran y lo presenta al profesor Antonio Stoppani.
Nace así entre ellos una relación profesional o comercial que se complica, como veremos mas adelante cuando Florentino Ameghino le hace entrega de un esqueleto fósil de un humano procedente del arroyo Frías.
Mas tarde Carlos Florentino Ameghino en carta su hermano Florentino menciona en abril de 1888 que A. Pozzi había también excavado en Monte Hermoso, de donde provienen numerosos fósiles estudiados por otros paleontólogos locales. También Casinos (2012) menciona que cuando Ameghino quiso vender una colección de fósiles pampeanos al “Museo Cívico di Storia Naturale” de Milán, Italia, se encontró con la novedad que Antonio Pozzi había vendido en 1872 una colección de fósiles pampeanos al Profesor Emilio Cornalia Director del Museo Cívico de Milán en 7000 libras esterlinas. (Carta de Cornalia a Ameghino, OcyCC, Tomo XX, cartas No. 125 y 136: 101,102) (Farro, 2009).
Al mismo tiempo, tanto Antonio como Santiago Pozzi establecieron un pequeño comercio en la misma ciudad, dedicado a la provisión de especimenes preparados para los museos del país y del extranjero y a “trabajos de fantasía tanto para señoras como para adornos de salón”, donde sobresalían los tocados para sombreros realizados con plumas de aves o los animales embalsamados, formando conjuntos que eran utilizados en la decoración de interiores (Farro, 2009).
El misterio del esqueleto humano fósil del Arroyo Frías que se perdió
Uno de los casos más pintorescos de la relación entre Florentino Ameghino y Antonio Pozzi ocurrió con un esqueleto fósil humano excavado por el primero de ellos.
Florentino Ameghino había realizado excavaciones en la margen izquierda de las barrancas del arroyo Frías, un pequeño curso de agua cerca de la ciudad de Mercedes, donde halló entre 2,5 y 3 m de profundidad dos esqueletos humanos recuperados durante distintos momentos de excavación (1870 a 1874). Esto ocurrió cuando Florentino era aún muy joven, tenía 16 años.
Los esqueletos estaban aparentemente asociados con artefactos líticos, espículas de carbón, cáscaras de huevo de ñandú y huesos de especies vivientes y extintas (e.g., Hoplophorus Lund). El esqueleto humano mejor preservado y completo (que fue el que recuperó en 1870), fue identificado como un adulto de sexo femenino y se encontraba articulado en posición flexionada sobre su lado derecho.
El segundo esqueleto estaba representado por algunos pocos elementos y correspondía a un individuo más alto y robusto, probablemente un hombre adulto.
El esqueleto femenino (incluido su cráneo), recuperado en la excavación de 1870, fue vendido o cedido para la venta al año siguiente por Ameghino al ex preparador del Museo Público, en ese momento un coleccionista, Antonio Pozzi, y éste a su vez lo donó o vendió (esto no está claro, véase Ameghino en Torcelli, 1935) en 1872, junto con una colección de fósiles pampeanos, al Museo Cívico di Storia Naturale de Milan, Italia (Farro, 2009) donde antes de 1868 él había trabajado como “taxidermista”.
Desde entonces el esqueleto está perdido y han sido infructuosos los intentos por localizarlo (Hrdlička, 1912; Ameghino en Torcelli, 1935).
Bibliografía
Casinos, A. 2012: Un evolucionista en el Plata. Florentino Ameghino.Univ. Maimonides, Fundación de Historia Natural: 428 pp.
Chiarelli, P. 2006. Reseñas de la Patagonia. Andanzas , penurias y descubrimientos de dos pioneros de la ciencia”: 7, Editorial Continente, Bs. As.
Farro, M. 2009. La formación del Museo de la Plata. Coleccionistas , comerciantes, estudiosos y naturalistas viajeros a fines del siglo XIX. Prohistoria, Rosario, ediciones, 230 pp.
Hrdlicka, A.. 1912.. . Early in South America. Smithsonian Institution. Bureau of American Ehtnology, Bulletin 52, Washington, 405 pp.
Notas:
(1) (7/10/1868) (AHMACN No.206) Carta de Antonio Pozzi a Burmeister: En una carta de dos carillas Antonio Pozzi le explica Burmeister que “...al realizar mi viaje a América, é sufrido el triste desencanto que han sufrido muchos Europeos. Soy como Ud. sabe Italiano y pertenezco a una familia que gosa de algunas comodidades en mi país, mas teniendo hijos y dominado por el destino en el hombre de mejorar de pocisión me trajo a este país acompañado de mi familia, para ocupar yo y mi hijo el honorable empleo que ocupamos al lado de V.Sa. El clima y lo abitantes de este hermoso suelo nos complació sobre manera pero bien pronto, me apersivi Señor Director, que la vida es terriblemente cara en este país, que nuestro salario es insuficiente, no solo para una existencia cómoda sino también para comer, yo mi esposa e hijos, nunca fue mi carácter andar mudando de ocupación, me resigné a mi destino, mi mujer y mis hijos acostumbrados a mejor trato comensaron a trabajar de día y de noche para alludarme, pero el trabajo de una mujer es nada, por lo que me vi en la necesidad de hechar mano a mi pequeño capital ganado en otra época a fuerza de economía, por fin reduje cuanto fue posible los gastos de familia, tome una pequeña casita bien lejos del centro de la ciudad y me resulvi a sufrir y callar asta que me fue posible.
Mas de este modo no podia pasar largo tiempo, mi escaso capital tenia que concluir y ha concluido, para empezar el mal estado… en mi familia á disminuido, el salario, mi situación se hace cada dia mas dificil, veo con valor que hacerco a la ruina de un modo sufrido, el porbenir de mis queridos hijos y la idea de una grabe enfermedad me llenan el alma de amargura, por fin Señor no dudo que V.Sa. comprendera que con los dos mil pesos m/c, entre yo y mi hijo ganados no puede vivir en este país una familia como la mia, mucho mas cuanto me ha dicho Ud. que tiene mas de tres mil pesos de sus gastos mensuales, sin tener las atenciones que yo tengo, en mi país tenemos un proverbio que dice “la fruta madura se cae de su propio peso”. Esto es lo que me pasa y yo no puedo, muy a mi pesar, permanecer un día mas en silencio suplicando al Señor Director se digne en virtud de los espuesto, se dirija al Superior Gobierno para que nos aumente el sueldo Yo tenia la idea de presentar a Ud. esta súplica a fin de año, pero siendo mis necesidades muy urgentes y estando para cambiarse el gobierno, creo sea el momento, mas adecuado por si el Superior Gobierno, quiere, antes de renunciar, hacernos esta gracia que queremos.
Con este motivo saluda a Ud.” Antonio Pozzi.
día 7 de octubre de 1868.
día 7 de octubre de 1868.
(2) David Lanata a Burmeister. Acerca de la donación de dos cajones conteniendo restos fósiles de un Megatherium e Informe de Burmeister al Ministro de Gobierno. Informa sobre la donación de una parte del esqueleto del Megaterio y que los huesos que faltan no han sido exhumados. Los aquí recibidos son mejores que aquellos que ha exhibido el Sr. A. Pozzi, en muy mal estado y mal reconstruido en el salón de los SS. Fussoni. Burmeister solicita del gobierno unas palabras de agradecimiento al Sr. Lanata por este raro gesto. (16 y 17 de Agosto, 1868) (AHMACN No. 237 y 238ª.)
(3) (28/10/1868) (AHMACN No.209).
Dear Dr. Castello,
ResponderEliminarI work as a librarian at the Museum of Natural History of Milan, Italy, and had the possibility to read your blog thanks to Prof. Antonella Romani from Rome with whom you probably have already had some previous contacts.
At the moment, I am studying the archival documents about the collection of fossil mammals sold by Antonio Pozzi to the Museum in the years 1870-73. The information you deliver in the blog are really interesting and complementary with what I have found so far.
I am quite surprised to read about the human skeleton discovered by Florentino Ameghino near Mercedes. As far as I know, there is no trace of it in the correspondence owned by the Museum, particularly in two letters from Antonio Pozzi to the Director, Emilio Cornalia (18. Nov 1869 and 1. Oct 1870). Cornalia never mentions the specimen in his paper about the fossil collection (1872), nor in the abundant manuscripts related to it which I have been examining in the last few months. I can assure that the lists of the specimens by Cornalia are extremely accurate and I would exclude the possibility of such an omission by him.
In the last decades of the 19th century, the anthropological and ethnological collections of the Museum moved to the refurbished Castello Sforzesco. Unfortunately, both the Museum and the Castle were seriously damaged during World War II and most of the historical collections were destroyed.
I hope you will find interesting my remarks and I will be glad to bring up to date the matter, if you like it.
Thank you for your kind attention.
Best regards,
Enrico Muzio